De pronto tuve conciencia de que ese momento, de que esa rebanada de cotidianidad, era el grado máximo de bienestar, era la Dicha. Nunca habĂa sido tan plenamente feliz como en ese momento, pero tenĂa la hiriente sensaciĂłn de que nunca más volverĂa a serlo, por lo menos en ese grado, con esa intensidad